jueves, 11 de abril de 2024

EL HIJO REPUDIADO POR STALIN

 

No cabe de duda de que Stalin es una de las figuras más relevantes del pasado siglo XX.

De él se han escrito cientos de libros y se han hecho miles de estudios históricos y psicológicos. Y, en la mayoría de ellos, nos muestra al georgiano como un auténtico psicópata. Existen muchas pruebas que así lo atestiguan. Y a pesar de que de entre sus dedos se derramaba la sangre de miles y miles de inocentes, uno de los actos que más han impactado a los historiadores es su absoluta frialdad cuando supo que su hijo había sido capturado por el enemigo y que, a este, ya solo le esperaba la muerte y, quizá, la tortura.

¿Queréis conocer la historia de su hijo? Pues seguid leyendo.

El hijo mayor de Stalin se llamaba Yakov Iosifovich Dzhugasvili y nació del primer matrimonio del dictador con Ekaterina Svanidze. Ella había muerto apenas un año después de su nacimiento y, desde ese momento, el pequeño quedó a cargo de unos familiares en Tiflis.

Se dice que la muerte de su esposa acabó por enfriar del todo el ya de por sí frío corazón de Stalin. Al menos, así lo atestigua esta frase: «Esa mujer ablandaba mi corazón de piedra. Está muerta y con ella murieron mis últimos sentimientos cálidos hacia los seres humanos».

Desde ese momento el pobre Yakov tuvo que soportar el constante desprecio de su padre. Se avergonzaba de él y se lo demostraba siempre que podía. Lo consideraba demasiado pacífico, modesto e ingenuo, y para colmo tenía un romance con la hija de un sacerdote ortodoxo. El pobre Yakov, no se sabe si debido a la presión que su padre ejercía sobre él, intentó suicidarse. Puso una pistola en su pecho y apretó el gatillo. La bala le atravesó, pero no rozó el corazón, por lo que sobrevivió. Su padre, lejos de alegrarse, le dijo: «Ni siquiera pudiste hacer eso correctamente».

Durante la Segunda Guerra Mundial, Stalin promulgó una directiva en la que advertía a sus soldados que, en caso de rendición o captura por parte del enemigo, serían considerados como traidores a la causa y no solo serían ajusticiados ellos, sino las propias familias de los soldados.

Durante la invasión alemana, Stalin llamó a su hijo Yakov y con un escueto «ve y pelea» le obligó a ir al frente, a pesar de que él odiaba la guerra.

Quizá con el afán de enorgullecer a su padre, Yakov llegó al grado de teniente de artillería y participó activamente en la contienda. Pero quiso la fatalidad que durante la batalla Smolensko, Yakov fuese embolsado por la Wehrmacht junto a otros cientos de miles y hecho prisionero. Los apellidos de Yakov diferían de los de su padre, por lo que en un primer momento nadie lo reconoció. Se le trasladó al campo de prisioneros de Sachsenhausen y allí permaneció como uno más hasta 1943, momento en el que fue delatado por otro preso del campo. Los alemanes no podían creer semejante noticia y de inmediato se frotaron las manos. Lo vistieron con el uniforme nazi y se fotografiaron junto a él, humillándolo no solo ante su padre y su pueblo, sino ante todos los prisioneros.

A Stalin le llegó la noticia del encarcelamiento de su hijo, y una propuesta de intercambio: su hijo Yakov a cambio de uno de sus prisioneros, el mariscal Von Paulus. La respuesta de Stalin pasará a la historia: Yo no tengo ningún hijo llamado Yakov.

Algunas teorías también asegura que en realidad sus palabras fueron: todos son mis hijos. Lo cierto es que el dictador supo desde un primer momento de la captura de su hijo y aun así no movió un dedo, pues dijo públicamente que no merecía la pena cambiar a todo un mariscal por un simple teniente. Si bien este acto del dictador puede turbar corazones y conciencias, aún más desolador es saber que en base a esas directrices que él mismo dictó años antes para evitar que sus soldados se rindiesen, encarceló a la esposa de Yakov y le hizo pagar durante dos años en un campo de trabajo la captura de su marido. Ella se llamaba Yulia Meltzer.

Yakov moriría meses más tarde junto a las alambradas del campo de prisioneros. Algunos dicen que intentaba escapar, otros que buscaba abiertamente el suicidio. Es algo que nunca sabremos.

Stalin, había tenido dos hijos después de Yakov, Vasili, quien moriría alcoholizado en 1962, y Svetlana, quien huyó a Estados Unidos en 1967.

A día de hoy, a Stalin y a su política se le atribuyen cifras que oscilan entre los 4 y los 50 millones de muertos por su causa. No podemos decir que Yakov forme parte de esas personas asesinadas por la acción directa de su padre, pero observando la frialdad con la actuó Stalin en purgas, hambrunas y a lo largo de toda su carrera, podemos comprender por qué ha pasado a la historia como uno de los mayores carniceros de todos los tiempos.

 

Si te ha gustado, no olvides darle a seguir a mi página (al ladito, a la derecha) y seguirme en redes sociales, ya que eso me ayuda mucho a continuar con mi labor.

 

Facebook:  https://www.facebook.com/SebastianGSancho

Instagram: https://www.instagram.com/sebastian.g.sancho

Twitter:      https://twitter.com/SebastianGSanch

 

EL CONTENIDO DE ESTE ARTÍCULO ES PROPIEDAD DE SU AUTOR. QUEDA PERMITIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL SIEMPRE Y CUANDO SE CITE FUENTE Y AUTOR.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario