La historia militar suele recordar a reyes, generales
o capitanes, pero pocas veces pone la lupa sobre aquellos que estuvieron en
primera línea. Aquellos hombres fueron quienes recibieron las heridas y
ejecutaron, para bien o para mal, las órdenes de generales que, como
ajedrecistas, únicamente movieron fichas sin oler de cerca la pólvora y la
sangre.
En estas academias se suelen preguntar quién fue el
mejor general, pero rara vez se preguntan quién fue el mejor soldado. De entre
los pocos nombres que han llegado a nuestros días, suelen relucir el de
Miyamoto Musashi, Rodrigo Díaz de Vivar, Tlahuicole, Diego García de Paredes, o
el que hoy nos ocupa, Lucio Sinio Dentato, el mejor soldado de Roma.
¿Queréis conocer su historia?