Durante
mucho tiempo, demasiado, el papel de la mujer en la sociedad se limitó casi en
exclusiva a la labores del hogar. La cría de hijos, su cuidado y manutención
copaban el día a día de la mayoría de ellas. Y para aquellas que, por el motivo
que fuese, se le resistiese la vida familiar, solo quedaba un lugar que pudiera
acogerla: el convento.
Así fue en la sociedad occidental durante siglos,
pero no todas aceptaron su destino de buen grado o se resignaron a lo que este
les deparaba. Tal fue el caso de nuestra protagonista de hoy, Catalina de
Erauso, más conocida como la Monja Alférez.
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