miércoles, 21 de junio de 2023

La verdadera historia de BLANCANIEVES

 

Pocos cuentos más universales que aquel en el que una malvada reina, envidiosa de la belleza de una de sus súbditas (o según la versión, de su propia hijastra) acaba obligándola a huir del reino y a buscar cobijo en el hogar de siete enanos, hasta el día en el que culmina su tropelía envenenando a la muchacha con una manzana ponzoñosa.

Los hermanos Grimm inmortalizaron esta popular historia y nos la dejaron para la posteridad.

¿Pero qué me diríais si os dijera que Blancanieves existió en realidad?

Para ello debemos desplazarnos hasta una ciudad llamada Lohr am Main, en Baviera, Alemania. Allí, en el año 1729, vivía una muchacha llamada María Sophia Margaretha Catharina von Erthal, y se cuenta de ella que su belleza y la palidez de su piel solo eran comparable a la inmensa bondad de su corazón.

María Sophia era hija de Philipp Christoph von Erthal, un reputado arquitecto y diplomático de la nobleza alemana. Philipp tras enviudar de su primera esposa, la madre de María Sophia, tomó en matrimonio a una renombrada condesa llamada María Elisabeth Claudia Venningen. Y aquí es donde comienza la leyenda.

María Sophia, nuestra Blancanieves, era muy querida en Lohr. Se dice que era especialmente sensible y caritativa con los niños pobres y las personas más necesitadas. Pero además había un detalle que despertaba la ternura de toda la población. Y es que María Sophia había contraído la varicela siendo muy pequeña, y la había dejado prácticamente ciega.

Su madrastra, según cuentan muy preocupada por no poder encontrar marido con quien entroncar a la pobre desdichada en el futuro, y más empeñada en destinar sus fondos a labores más beneficiosas, veía con malos ojos la labor de su hijastra, y no dudaba en mostrar su descontento en público.

Se dice que el trato hacia la hija de su marido rozaba la crueldad. Los habitantes de Lohr no tardaron en atribuirle su actitud a una malsana envidia que la corría. Y es que, mientras todo parecían parabienes y halagos hacia la pobre muchacha ciega, para ella todo era desprecio.

Además, los años mozos quedaban ya lejos para la condesa y la belleza que le había acompañado durante toda su vida comenzaba a ser cosa del pasado. De hecho, los sirvientes aseguraban que pasaba largas horas sola en su habitación, de pie frente al espejo acicalándose de manera obsesiva con tal de lucir la belleza de antaño.

Por desgracia, los cuentos rara vez tienen que ver con la vida real, y esta historia no tiene un final feliz. María Sophia falleció antes de alcanzar la madurez, sin que se tengan claro los motivos. No existe prueba alguna de que su madrastra tuviese nada que ver, y de hecho la actitud de esta respecto a su hijastra parece más ensalzada por la rumorología que ser fruto de la verdad, pero la muerte de la joven a una edad tan temprana dio pábulo a todo tipo de elucubraciones.

Los habitantes de Lohr, artesanos del cristal, quisieron mostrar su cariño con la niña, y su ataúd fue decorado con piezas talladas de gran maestría que sirvieron como homenaje a la infortunada muchacha.

Años después, la historia se hizo leyenda y de la leyenda pasó al cuento tal y como lo conocemos hoy.

En él se introdujo a los enanos, cuyo significado esotérico se ha estudiado en multitud de teorías, pero que todo parece indicar que responden a una crítica social de la época, representando de un modo simbólico a los niños mineros del Rin, quienes lucían envejecidos por el trabajo y la falta de sol, y morían tan jóvenes como la propia María Sophia. Esos mismos niños a los que nuestra particular María Sophia trataba con excepcional cariño.

Que conozcamos el origen real del cuento de Blancanieves se lo debemos a un historiador llamado Karlheinz Bartels, quien indagó hasta la saciedad para traernos la historia de María Sophia. De hecho, y tras esta ardua investigación, la ciudad ed Lohr se convirtió en un reclamo turístico, y en especial el Castillo en el que vivió nuestra particular Blancanieves.

Pero de todas las atracciones que ofrece el castillo, la mayor de todas es el increíble espejo manufacturado de metro sesenta que aún se conserva en la que fue la habitación de la condesa Maria Elisabeth Claudia Venningen, la supuesta madrastra malvada.

Un espejo en el que, no pocos turistas se miran y, rememorando las habladurías que se extendieron por la región, preguntan en voz alta mientras contemplan su reflejo:

Espejito, espejito, ¿Quién es la más hermosa del reino?

 

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