¿De dónde viene la expresión «salir el armario»?
En estos días en los que se muestra de diferentes formas la necesidad de poder expresar la libertad sexual de cada individuo, o incluso el simple hecho de no ser discriminado por este motivo, a algunos nos surge la siguiente duda: ¿Cuándo surgió el término «salir del armario» y de dónde viene?
Resulta curioso cómo los historiadores anglosajones escriben la historia y
siempre barren para casa, aunque sea inventándoselo (me remito a sucesos como
la Oreja de Jenkins).
Según la teoría más extendida, el término proviene de la expresión inglesa «to have a skeleton in the closet» que se
refiere a algo así como tener un secreto inconfesable. A nadie se le ocurrió
pensar que en castellano también existe una expresión idéntica, «tener muertos
en el armario».
Los anglos, igualmente, dicen que «salir» de ese armario metafórico se
remite a las manifestaciones del orgullo gay, y en especial a la primera, que
tuvo lugar el 28 de Junio de 1969, y al hecho de atreverse a «salir a la calle»
a manifestarse, ya que era como admitir abiertamente su homosexualidad. Eso al
menos es lo que dice el profesor de la Universidad de Yale, George Chauncey, en
su obra «Gay New York».
En cambio, otra teoría (que igualmente barre para el mismo sitio) dice que
nace en 1960 en lo que ellos llaman «literatura gay» (aún sigo preguntándome si
por el simple hecho de que aparezca un homosexual en literatura, ya para ellos
es literatura gay).
Sin embargo, Karl-Heinrich Ulrichs, activista alemán por los derechos de
los homosexuales, ya mencionó el término en 1869 (cien años antes) como un modo
de salir de ese lugar oscuro para combatir la represión.
Hay otra teoría, bien documentada y mucho más antigua, que se remonta a los
moriscos españoles. La inquisición obligaba a los moriscos a tener siempre las
puertas abiertas. Estos pusieron en el dintel de sus puertas las cortinillas
sonoras que aún hoy se usan en muchas puertas y que avisan de la entrada de
alguien. En el zaguán de la casa se colocaban figuras de la Virgen, de Jesús,
azulejos que rezaban «Dios bendiga esta casa»... lo que fuera para parecer más
cristianos que ninguno.
Y es que el Corán tiene un término, la taqiyya,
que permite al musulmán ocultar su religión si ve en peligro su vida, e incluso
cometer actos prohibidos por su fe (haram).
La taqa era algo así como un hueco en
la pared, una hornacina donde se guardaban los secretos del andalusí, tales
como el Corán o el masbih (también
llamado misbaha) que es ese objeto de
cuentas parecido al rosario. De ese concepto de la taqa y la taqiyya viene
nuestra «taquilla» en castellano. Quien tenía las llaves de la taqa, tenía las llaves de lo más íntimo
de la casa. Descubrir el contenido de la taqa
era salir de la taqiyya (como
concepto coránico), es decir, revelar tu mayor secreto y someterte a la
condena.
Incluso a día de hoy, en España y en muchos países iberoamericanos vemos
estas hornacinas, o taqas, ya sin
puerta que la guarde, y con la figura de una virgen o de un santo en el
interior.
Lo cierto es que nadie se pone de acuerdo de dónde exactamente proviene el
término, pero en cambio el mundo entero parece ir comprendiendo, aunque solo
sea poco a poco, que nadie debería ocultarse por el Dios al que le reza ni por
la persona a la que ama.
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