¿Usaban Los Vikingos cascos
con cuernos? ¿Viajaban a bordo de barcos con velas a rayas blancas y rojas? ¿Eran
todos rubios, de ojos azules y asesinos y violadores salvajes?
Los vikingos son un pueblo
que, incluso a día de hoy, despierta fascinación. En los últimos tiempos ha
habido un reverdecer romántico de la realidad de esta cultura, pero lo cierto
es que mucho de lo que nos ha llegado hasta nuestra época es fruto de la
leyenda, el mito o directamente la mentira.
¿Queréis conocer alguno de esos mitos? Pues seguid leyendo.
Como primer ejemplo, y como
decíamos en un artículo anterior, los vikingos no eran meramente escandinavos.
Había una buena representación de ellos, pero también la había de europeos oriundos
de zonas más al sur. Hay que tener en cuenta que abrieron rutas comerciales,
rapiñaron y algunos se instalaron desde las islas británicas hasta Normandía,
se abrieron paso por el Mediterráneo e incluso llegaron a la capital del
Imperio Romano de Oriente. Un grupo de ellos, los Rus, se instalaron en la
actual región de Ucrania en lo que se llamó la Rus de Kiev, y que dio nombre a
la actual Rusia. Otros pasaron por Portugal y España y en un insólito giro de
los acontecimientos, algunos incluso se instalaron en el Aljarafe sevillano, se
convirtieron al islam y acabaron ganándose la vida produciendo leche agria,
mantequilla y quesos. Una historia curiosa que quizá cuente otro día.
Por otro lado, se suele
representar sus barcos con velas a rayas rojas y blancas, pero esto no es más
que un mito que viene dado por el hecho de que estas velas eran tremendamente
caras y necesitaban de reparaciones permanentes, por lo que lo común era que
estuvieran remendadas y repletas de tiras de refuerzo.
Del mismo modo, el langskip (o drakkar) no era su barco más común, sino los knerrir (knörr en
singular), un barco de carga mucho menos vistoso, o los karve y los snekke, mucho
más aptos para incursiones rápidas. El drakkar
era caro, difícil de construir y, por tanto, poco numeroso. Además se trataba
un barco de guerra, y los vikingos no eran guerreros.
¿Cómo? Pues lo que oís, no lo
eran, al menos en su mayoría. Casi todos eran agricultores, ganaderos y
artesanos, y sí, unos pocos se dedicaban al pillaje, pero son estos últimos los
que han pesado sobre el resto. Pensadlo, ¿iría al Valhala un vikingo que ataca
un monasterio con monjes indefensos? ¿Qué orgullo guerrero habría en eso?
Eso sí, aprovecharon muy bien
esa fama de sanguinarios para negociar y proteger sus asentamientos, o incluso
para recaudar botines sin necesidad de asaltar ciudades o puertos. Pero decir
que todos los vikingos eran iguales sería tan injusto como decir que todos los
caribeños de los siglos XVI y XVII eran piratas. Eso por no mencionar que los
vikingos no eran un único pueblo. Más bien se trataban de reinos pequeños que
en algunas ocasiones se unían y, en otras, guerreaban entre ellos. Tan iguales
y diferentes como un español y un portugués, o un mexicano y un peruano.
Y no, no había cuernos en sus
cascos, ni hachas en forma de T. La mayoría no podían permitirse una armadura
más allá de un refuerzo de cuero o pieles. Además, ¿os imagináis caer al agua
con una cota de malla? Sus armas no pasaban de herramientas de labranza, ya que
forjar una espada (o una gran hacha) era muy muy caro, por lo que lo más común
eran las lanzas y las hachas de mano. Y respecto a los cascos, todo parece
responder a la iconografía que se puso de moda en el S. XIX (como en la «Saga
de los Frithiof» o en «El Ocaso de los Dioses» de Wagner), en el que se les
representó de esa guisa.
Así que temo deciros que eso
de los yelmos cornudos no es más que un mito, al igual que el papel de las
mujeres en esta cultura. En especial en los últimos tiempos nos pretenden
mostrar a los vikingos como una sociedad igualitaria, en el que las mujeres
tenían el mismo papel que los hombres y que, incluso, podía ser doncellas
escuderas que luchasen codo con codo con los hombres. Y sí, existieron mujeres
de armas tomar, las llamadas skjaldmær
y cuyo ejemplo más claro parece ser el de la mujer de la tumba de Birka, pero
estas doncellas guerreras eran solo unas pocas escogidas (tan pocas que resulta
anecdótico) y además, pertenecientes a la nobleza. En realidad, la mayoría de
las féminas tuvieron su papel más representativo en las granjas, donde se
convirtieron en el pilar fundamental de sustento de sus comunidades. Eso sí,
parece ser que aquella sociedad permitía a las mujeres una mayor solvencia que
en otras de su misma época, por lo que algunas de ellas alcanzaron renombre sin
necesidad de coger un arma para hacerse respetar.
Y para terminar (y cargarnos
de un porrazo todo el mito), decir que para los cánones de la época eran
bastante aseados y coquetos. Laugardagur
significa literalmente «día de lavado», y era el día en el que se aseaban y
limpiaban las ropas. Yacimientos arqueológicos muestran numerosos bastoncillos
de oídos, pinzas, navajas, pero sobre todo peines. De hecho, en unas crónicas
que se creen del abad John de Wallingford, se lamentaba de que con esa
costumbre de acicalarse y peinarse habían corrompido la moral de las mujeres
ingleses, que les brindaban sus encantos y minaban su virtud sucumbidas por su
belleza.
En resumen, la historia a
veces no es tan simple y no deja de ser una muestra más de que las personas
somos mucho más complejas que el cliché que otros crearon sobre el lugar en el
que nacimos o la cultura en la que nos educaron.
Pero aún queda mucho por saber
de los vikingos… aunque eso será en otra ocasión.
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