Pocas palabras tan arraigadas a Andalucía y al flamenco como
la palabra olé.
Esta expresión, como la mayoría sabrán, se usa poniendo el
golpe de voz indistintamente tanto en la é como en la o. Es decir, tanto nos
vale olé como ole. Incluso si nos venimos a Andalucía escucharemos ele, ale,
iole y otras múltiples variantes.
La interjección se utiliza coloquialmente para mostrar
admiración ante algo, ya sea ante un buen cante, un buen regate de fútbol (como
bien saben nuestros hermanos argentinos) o cuando uno se lleva a la boca una
croqueta hecha por su madre.
¿Pero cuál es su origen? Si quieres conocerlo, sigue leyendo.
Algunos estudiosos dicen que viene del griego ololizin u ololigi, que según parece es una palabra onomatopéyica que se usaba
como grito. La segunda alternativa se remonta a la Biblia cuando Jacob iba a
casarse con Raquel y una mujer llamada Lea la suplanta. Job al percatarse grita
¡Oh, Lea!
Honestamente, si la primera está descartada por la mayoría de
los estudiosos, la última ya ni la mencionan.
En cambio, hay una que ha ganado muchos enteros en estos
últimos años en los que se ha estudiado con mucha más profundidad las raíces
árabes andalusíes, en especial en el sur de España.
El profesor de la Universidad de Córdoba, Antonio Manuel, nos
cuenta lo común que es que un musulmán responda exclamando wa-llāh (por Dios) cuando algo le impresiona. Así, el andalusí
pronunciaba la A como una E, por lo que no era extraño que su Alá sonase «Elé».
Del mismo modo, nos recuerda que los cantantes de flamenco, incluso hoy día,
cuando inician un cante levantan un dedo hacia el cielo mientras recitan una
tonada idéntica al inicio de la Shahada
(recitación suní para alabar a Alá como Dios único) y que comienza así: la illaha illa Allah…
Esta tradición se mantuvo con el paso de los
siglos, haciéndose del mismo modo, pero su significado acabó cayendo en el
olvido.
Así que, sí amigos, cuando decimos Olé estamos
diciendo Alá. Y del mismo modo la interjección ¡hala! proviene de yā-llāh, es decir «¡oh, Dios!». Id
pensando de dónde viene la palabra «ojalá».
Vale, es cierto, no todos están de acuerdo con la teoría del «olé»
y siguen sosteniendo que viene del griego ololizin
o del pasaje bíblico de Lea. Elijan ustedes la que más os guste, pero a la voz
de un buen cantante, un buen regate de fútbol o una croqueta de madre, por
favor no duden en exclamar ¡Ole! (venga de donde venga la palabra).
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¡Olé!
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