¿Imagináis la desesperación ante una injusticia que debe llegar a sentir
una mujer para cortarse los pechos y servirlos en bandeja como señal de
protesta?
Pues esta historia tuvo lugar en la India a principios del siglo
XIX.
¿Queréis conocerla? Pues seguid leyendo.
La India es un país alucinante, repleto de tradición, leyendas, historia y,
no nos olvidemos, la religión viva más antigua del mundo. Por desgracia, y como
en todos los países y rincones del planeta, también hay cosas mucho menos
amables.
La sociedad india se ha regido por un sistema de castas durante siglos; un
sistema que incluso a día de hoy conserva sus vínculos con el pasado.
Estas castas delimitaban la vida de las personas hasta puntos
insospechados, como por ejemplo en la vestimenta que podían portar.
Nangeli, nuestra protagonista, pertenecía a la casta de los dalit, la más baja de todas. A esta
casta también se les llamaba «los intocables», porque se tenía la creencia de
que solo el hecho de tocarlos ya contaminaban la pureza de quien lo hacía.
Era principios del Siglo XIX y en el Reino de Tranvancore si las mujeres
querían cubrir sus pechos debían pagar un impuesto, el mulakkaram. De hecho, cuando más grande eran los pechos, más se
pagaba.
Así, el pravathiyar (oficial de
la aldea), en un momento en el que su marido no estaba en casa, visitó a
Nangeli para reclamar su impuesto. Ella y Chirukandan, su marido, eran pobres.
¿Cómo iba a pagar por semejante disparate? Pero el funcionario insistió: la ley
era la ley.
De modo que Nangeli, sintiéndose humillada y en un arrebato de furia,
agarró un machete, se cortó los senos y se los entregó al recaudador del Rajá
en una hoja de palma.
«Si no tengo pechos, no tengo que pagar el mulakkaram».
El hombre, aterrado, huyó despavorido de la casa. Cuando Chirukandan
regresó se la encontró tirada en el suelo sobre su charco de sangre. Su esposa
había muerto desangrada. Incapaz de soportar el dolor, celebró los actos
fúnebres en su honor y, llegado el momento, se arrojó a las llamas de la pira
funeraria para yacer eternamente a su lado. La leyenda lo marcará desde
entonces como el primer sati
masculino.
Sea esta historia real o pura leyenda, lo cierto es que las mujeres de las
castas inferiores, inspiradas por Nangeli, se rebelaron y se alzaron en pie de
guerra contra aquel impuesto absurdo, en lo que fue conocido como la Revuelta
Channar. Sus protestas se mantuvieron a pesar de la brutalidad con que fueron
reprimidas y aunque en 1859 el gobernador rectificó y permitió que cubrieran
sus senos con toscas telas, las revueltas continuaron, y no fue hasta el año
1924 que, por fin a todas las mujeres, fuesen de la casta que fuesen, se les
permitió cubrir su cuerpo sin tener que pagar por ello.
Si te ha gustado, no olvides
darle a seguir a mi página (al ladito, a la derecha) y seguirme en redes
sociales, ya que eso me ayuda mucho a continuar con mi labor.
Facebook: https://www.facebook.com/SebastianGSancho
Instagram: https://www.instagram.com/sebastian.g.sancho
Twitter:
https://twitter.com/SebastianGSanch
EL CONTENIDO DE ESTE ARTÍCULO ES
PROPIEDAD DE SU AUTOR. QUEDA PERMITIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL SIEMPRE
Y CUANDO SE CITE FUENTE Y AUTOR.
No hay comentarios:
Publicar un comentario